jueves, noviembre 28, 2002

Una grieta en el silencio
(Blues ensimismado de nostalgias)


Hace latir y corta en dos
las parsimonias,
señal ausente,
mueca que cuelga
de la boca en rictus,
descascara palabras
que no saben nacer,
que se hacen trizas
sobre los cristales
traslucidos de la ausencia.

Y duele,
como duele el filo
de cuchillos insanos
brotando del silencio.

Dejo la luz semiapagada
y vienen los recuerdos
a encenderla,
de mi garganta herida
brota la melodía espesa
de no verte
y mi cuerpo transpira
ciertos dolores
que se incrustan
en el hueco profundo
de extrañarte.

Duele el abismo
mientras va engulléndome,
mientras la tarde aulla
sobre los horizontes
de humo y muerte,
golpea,
pega,
destroza lo que va quedando
en pie
y lo somete.

Los uniformados me empujan
—igual que antes—
me amenazan con serpientes negras
que me muerden,
me inyectan desazones,
pisotean mi sangre
y me encierran
en oscuras celdas
donde no llega el sol,
en las oscuras prisiones
del silencio y de la ausencia.

Pero ya no soy el mismo
que era antes,
ahora sé que las medusas
no flamean en los cielos de marte,
aprendí el idioma del placer
y ya conozco la absoluta
inconciencia del amor,
de la mente y de la carne,

voy a buscarte,

voy a patear las columnas
de esta tristeza incierta
que me invade,
voy a romper estos burdos barrotes
y a correr por esas calles
que me llevan a tu nombre.

Ya ves, nena,
cuando las llagas arden,
no puedo hacer otra cosa
que necesitarte.

martes, noviembre 26, 2002

Sueño sin premeditación ni alevosía
(Canción para despertar de las pesadillas)


Soñé:

         El sol quemaba las enredaderas
         donde dormían los deseos
         y las pasiones fecundaban
         oligofrenias difusas
         como mares y serpientes
         y avatares desnudos
         esperando micros
         que jamás llegaban.

         En algún lugar no tan lejano
         había una mujer
         trazando líneas
         en la palma de un espejo,
         no lloraba ni reía,
         pero su corazón
         latía un poema
         tan viejo y triste
         como el tango
         que nadie compuso.

         Yo corría,
         no dejaba de correr
         y no sabía
         que los horizontes
         devoraban mis pies
         y no sabía
         que los amaneceres
         tenían las uñas largas
         y los dedos teñidos
         de delirios inconstantes,
         no sabía
         que las ausencias
         destrozaban el sentido
         y no sabía
         que las esperas largas
         levantaban muros infranqueables
         separando inutilmente
         el corazón de las razones.

          Y cuando comenzó a llover
         el cielo rugió sus temporales,
         las brújulas enloquecieron
         y una nave zozobró
         en la bahia
         donde la noche
         estiba soledades.

         Me dolieron los ojos
         y me dolió una muela,
         algo, una sombra espesa
         pasó por mi costado
         arrancando trozos de mi piel
         haciéndome notar
         que los dolores
         estaban en mi carne
         inrustados tan profundamente
         desde aquel instante
         en que no decidí nada.

         Ya era tarde,
         el sueño se precipitó
         hacia la realidad
         y se hizo lágrima.

         Y cuando desperté:
                  una gota de tus labios
                  daba vueltas en mi almohada.

jueves, noviembre 14, 2002

Ciudades, jardines y zepelines
(Tango fuera de concurso)

La tarde se disuelve
olvidando lucecitas en el aire
y el tiempo se detiene
cuando mi boca
se derrite entre tus labios.

Descubrimos el cielo
en calles de tu infancia,
recuerdos que eran tuyos
y que ahora son nuestros.

¿Viste amor?
Ya es noviembre
y las pieles se buscan
las bocas piden besos,
la magia sigue intacta
la pasión no se apaga.
Debe ser esta tenue
sensación de locura
que nos lame los huesos,
esta incierta aventura
de no tocar el suelo,
volar sin instrumentos.

¿Viste amor?
Ya es noviembre
y un zepelin nos trae
millones de horas nuevas.
La tarde se disuelve,
se esfuma entre los árboles
y vos y yo deseándonos
pintamos un poema
escribimos paisajes,
nos miramos profundo
creando nuevos sueños.

lunes, noviembre 11, 2002

Estar de Guardia
(Canción improvisada de lo que se siente)

Ir y venir
desarrugando papelitos
en la espera ansiosa
de lo que se presiente,
jugar al gato y al ratón
con improvisaciones
colgadas de la risa,
y alargando la mano
encontrar unos sueños
pegados en el viento.

De a dos,
como deben pasarse las tardes
que parecen de invierno,
dejando de propina
algo más que dos pesos.
Jugar a la quiniela del destino
sin ganas de ganar,
sin temor a perder,
sin siquiera enterarse
qué número salíó
a la cabeza.

Estar de guardia, amor,
abusar de los instantes
sin pretender nada más
que lo que nunca alcanza
para llenar las bocas
las manos y las pieles,
sin mendigar minutos
sin negar la importancia
de los besos
y hacer que los relojes
se incendien derrotados
cuando la noche entra
haciendo extraños gestos.

No decir más,
dinamitar las letras
para dejarlas quietas,
no sea cosa
que se diga
lo que tanto se teme
y que surjan propuestas teñidas de locura
y después no haya iglesias
donde irse a llorar
los arrepentimientos.

Sin espejos,
amasar el aire con sensaciones
adheridas a una lágrima
surcar el borde irregular
del tiempo y sus secretos,
de a dos,
como se hace el amor,
como se inventa una ilusión
acumulando escenas
de delirios empañados
en cristales desiertos,
romper la monotonía
de una calle aburrida
mientras alguien desconocido
pasa muy lentamente
en bicicleta.

Así,
pretendiendo beber
otros sorbos de magia,
quedarse aletargados
en la penumbra vaga
de la sombra de un árbol
a las diez de la noche.