jueves, octubre 31, 2002

A las tres de la mañana
(Balada bostezada en La mayor)

El cielo se descuelga
de las nubes
y me aplasta
con sus dedos transparentes.

Soy mi sombra
pataleando en la penumbra,
soy un fanstasma
que no duerme de soñarte.
Soy la patética ilusión
en calzoncillos,
soy dos ojos doloridos
de extrañarte.

Las horas me taladran
los sentidos,
el reloj es una ola congelada
y las tres de la mañana
es una isla,
donde atracan
los piratas indecentes.

No hay murmullos,
no hay rumores
ni sonidos,
ya las lenguas cansadas
se plegaron,
las ventanas cerradas acarician
las cabecitas
de los que están durmiendo.

Y yo paseo
por la calle de la noche,
busco señales
perdidas en el viento,
busco horizontes
donde atrapar el sueño,
busco tu almohada
para calmar el hambre,
busco el silencio
para envolver las ansias.

Ya ves,
la estupidez me asalta a plazo fijo,
los cheques me rebotan los bolsillos,
los dedos se cuartean de extrañarte
y la sangre me hierve en el desvelo
mientras el mundo descansa indiferente.

¿Dónde estás nena mía, estás durmiendo?
¿No te llega mi grito entre las sábanas?
Abrí un poquito los ojos y mirame,
despellejame la locura con un beso.

miércoles, octubre 30, 2002

¿Querés volar?
(Rocanrrolito desatado en el viento)

Vamos a patear
los tachos del olvido,
a romper las botellas
del desarraigo
y la monotonía.

Vamos a pintar
con aerosoles las estatuas
y a vender diarios viejos
de otros días.

Vamos a conversar
con las palomas de la plaza,
a cruzar calles
que llevan a otros barrios,
a desnucar silencios
con palabras saladas
y a derretir inviernos
con besos y caricias.

Vamos a cantar
una canción haciendo mímica
y a comer galletitas 3D
sentados en el suelo.

Y si querés volar:
subí que yo te llevo,
tengo las alas aburridas
de no usarlas,
y aunque el carné ya se venció
no te preocupes,
que no hacen falta
permisos en el cielo.

martes, octubre 29, 2002

Estoy perdido
(Canción para estos tiempos)

Cruje la ciudad
bajo los pasos apurados,
desabridos, del silencio.

Se empaña el corazón
con ilusiones,
se acortan los instantes
y las llamas
arden muy mal
cuando no es cierto.

Oí tu voz,
justo cuando la soledad
pateaba los cristales,
y sentí entre mis huesos
el palpitar del viento.

Me desperté,
la hora aún no había
clavado sus puñales
y el mundo tan distante
no había dejado de girar
ni un momento.

Oí tu voz
y me reconocí
en el pesado viaje de extrañarte,
en la necesidad extrema de la carne
que sube y parpadea,
que explota y se deshace,
en la profunda absurdidad
de este lamento.

Y debe ser
que los días pasan
demasiado lentos,
que la memoria juega
a desmadejar espejos,
que no sirven las manos
si no viajan
por los tibios
recovecos de tu cuerpo.

Estoy acá,
amándote en silencio.
Como un muñeco
sin cuerdas, sin aliento.

Estoy como perdido
en la terrible geografía
de no verte.

sábado, octubre 26, 2002

Pintarle una sonrisa a las semanas grises
(Zamba para no morir)

Cortar cadenas es mucho más sencillo
que atrapar nubes en esquinas
que no existen.

Cambiar un beso
por un choque de automóviles,
y lograr que la ley
te de un permiso.

Es que la primavera
volvía a nuestro mundo
en trenes misteriosos
que llegaban a horario.

Porque las ocho y veinte
es el mejor momento
para encender la magia,
desatar los instintos
sin perder un instante.
¿El lugar?
No interesa,
es mejor la presencia,
las luces que se duermen
la penumbra cómplice
el papel que no existe,
las manos que se extienden
las pieles que se absorben
las bocas que se unen
las lenguas que se trenzan
la pasión que desborda
y los cuerpos que explotan.

¿Viste?
Pintarle una sonrisa
a las semanas grises
era algo necesario,
para nada imposible.

viernes, octubre 25, 2002

Morir y renacer todos los días
(Balada para guitarra y armónica)


Estuve muerto, nena,
cuando palmó la maquinita
me morí un rato largo,
vino un ényel a buscarme
y me llevó de los pelos
por el aire,
llegamos a una puerta luminosa,
donde San Pedro me esperaba
muy sonriente,
para decirme que era un error,
que yo no estaba muerto
porque aún no había llegado mi momento.
Yo patalié como loco,
me quejé y rezongué
porque no podía creer
que eso fuera cierto.
Entonces vino el mandamás
y me calmó,
con una sonrisa ancha como el viento,
me habló de cosas
que yo no imaginaba,
me dijo que nadie puede irse al cielo
sin saber lo que es
el amor acá en la Tierra.

Entonces me volví,
para seguir vagando sin consuelo,
hasta que un día
me encontré con tu sonrisa
y entonces conocí el verdadero cielo.

Te cuento esto,
porque estoy melancólico de ausencia,
esta semana pintó gris
—vos lo sabés—
porque unas horas,
no alcanzan a llenar
las ganas de tenerte.

Y así estoy,
con las manos vacías sin tu piel,
elucubrando nuevas formas de mimarte,
acariciando el aire donde se dibuja
el contorno luminoso de tu cuerpo,
ansiando el vino rojo de tus besos
anhelando tu reflejo en los espejos.

Estoy muriendo y renaciendo cada día.

Muero cuando no estás,
resucito con tu voz
y en cada despedida,
me muero una vez más
para quedarme atornillado en las esperas.

Yo no entiendo mucho de estas cosas
me limito a tomar lo que me ofrecen,
y estas muertes pasajeras no me matan
por que sé que estás igual que yo
muriendo y renaciendo cada día.
Vibrando y latiendo, como yo,
en la misma y loca,
desenfrenada sintonía.

jueves, octubre 24, 2002

Pintar el aire
(Canzoneta perpetua, sostenidamente)

Pintar el aire
con pinceles de labios,
color y luz que surge
desde la cálida paleta
de los cuerpos.
Lamer el vino dulce
que rezuman los poros
infinitos de las pieles.

Emborracharse lentamente
rasgando soledades,
empujando tristezas
al abismo insensato
de los besos,

quedarse a contemplar
nuestras almas girando
en el borde inquietante
de los cielos,
rondar por la locura
rozando la ominosa
profundidad de los deseos.

Pintar el aire, amor,
pintarlo del color
que más deseamos,
palabra con palabra,
caricia con caricia,
crisol donde se funden
los desvelos.

Y declarar solemnemente
en esta habitación,
en esta cama:
el centro ineludible
del universo entero.

martes, octubre 22, 2002

El silencio no puede apagar el fuego
(Canción de libertad contra las rejas de lo superfluo)

Cuando León no puede cantarte
la misma canción que yo estoy escuchando,
el silencio se agranda
se hace largo y trata de romper un pensamiento.
Pero el silencio es nada más que una palabra,
algo que no dije, no dijiste o no dijimos,
una caricia que se quedó en la punta de los dedos
esperando el momento de bordear
los límites de lo no propuesto.

Hace frío y las hadas no quieren milanesas,
las pajaritas vuelan con nieve en sus espaldas
y una espadita me sirve de consuelo
cuando un labio vacío me grita de deseos.

Hay una leve especificación flotando
en el ambiente.
Vos, yo, los dos
y una canción que todavía no escuchamos.
La risa, la pasión, la cárcel del silencio.
La libertad llorando en los rincones
y un beso se abre paso entre las muertes
para sembrar de esperanzas
los desvelos.

Estamos troquelados en el aire,
se corta la respiración
nos crece el corazón
y es como abrirle la cabeza a los misterios.

Ni vos ni yo soñamos alguna vez
con cosas de estas,
con el repiquetear incesante de relojes,
el cosquilleo en el estómago
y la risa que destroza los espejos.

Ni vos ni yo imaginamos,
que lo que fluye en un instante
ya no cesa,
que el río cruza veinte continentes
y el viento te acaricia
desde las hojas de tu sauce
con el rumor apagado
de las ramas que se doblan
sin romperse.

Decime:
¿es esta sensación una porción del fuego?

Es la canción, nena,
es la canción que nunca
se dejará doblegar
por el silencio.

jueves, octubre 17, 2002

No hay domingos en Marte
(Sonata lluviosa en sorpresa mayor)

Los marcianos cantan
cuando llueve en la Tierra,
jamás tienen domingos
y debe ser por eso
que no se ponen tristes.

Pero el rojo marciano
acaricia sorpresas
sin temor a los árboles
que se caen de viento,
son caricias full time,
caricias empañadas
en discos inundados
o en casas de muñecas.
Los marcianos se ríen
cuando llueve en la Tierra.

¿Viste?
Ellos tienen dos lunas
y no tienen domingos,
tampoco tienen lluvias
y no saben dar besos.
Por eso yo prefiero
un martes en la Tierra,
porque este martes tiene
tu presencia en mi cuerpo
los abrazos desnudos
los gemidos que tiemblan.
Y no importa qué día,
no importa el almanaque,
si cuando estamos juntos
no hay números ni fechas,
la magia es nuestra amiga
y el tiempo es una sombra
que se aleja en silencio.

Y los marcianos cantan
cuando llueve en la Tierra.

miércoles, octubre 16, 2002

Tu voz y los tomates
(Recitado emocionante)

Despedazamos la noche con palabras
que se escurrieron por la alfombra.
Ellas ahora
son animalitos huérfanos,
pero no lloran
y tampoco tienen hambre,
nos miran sonriendo
mientras salen a la calle
a sumarse a una manifestación incierta
o a la inutilidad de algún piquete.

Y vos y yo seguimos alimentando
la magia de los viernes,
con sensaciones sin elegir
que brotan de la galera
sin orden establecido
ni secuencialidades.

Me escuchás los latidos
mientras mis manos se funden
a tu piel,
y el corazón se me impregna
con tu voz
que surge
de un artilugio que a pesar
de funcionar bastante mal,
no logra deshacer el hechizo
de palabras,
de emoción contenida,
de no saber expresar
en el preciso instante
lo que siento.

Los tomates brillan en la luz fugaz
de cigarrillos temblorosos,
los tomates se hacen dueños del aire,
ingresan a mi cuerpo
se instalan en mi sangre,
me elevan los latidos a límites insospechables.

Es que tu voz diciendo amor
hace innecesarias
todas la palabras.

martes, octubre 15, 2002

El número se ríe
(Canción numeralmente necesaria)


El número flota entre las sienes,
es un viaje que al terminar
marca el principio.

Estábamos necesitados
de misterios,
andábamos tratando de estrenar
un nuevo sueño.

Mirame ahora,
correteando como loco en tus palabras,
mirate ahora,
titilando radiante entre mis letras.

El bien y el mal
bailan un tango apretujando
los conceptos,
se van a caminar
ya ni se meten con nosotros.

Y vos y yo
nos asomamos al balcón
a derretirnos
de besos
y de vértigo.

El número es eso nada más: un número,
pero algo está diciendo
en el mismo lenguaje que habla el tiempo,
mientras nos pinta las caras de color violeta.

¿Te acordás cuando hablábamos
sobre la duración de los sucesos?

El número se ríe.
El bien y el mal se van a caminar.
Ya ni se meten.

lunes, octubre 14, 2002

Hoy no es ayer
(Melodía desafinada en si bemol)


Escribo lo que siento
y siento lo que escribo,
dibujo un mapa
que me lleva hasta tus ojos.
Jamás me pierdo,
salvo cuando el delirio
se instala en mi cabeza
y quiero trascender
más allá
de lo que corresponde.

Alargo la palabra
hasta rozar el límite perverso,
sintonizo la bruma
y te extraño
desde los silencios.

Estoy parado al borde
de todos los abismos,
puedo sentir el viento
que susurra tu nombre,
puedo sentir la sangre
hirviendo en la memoria.

Puedo rozar tu piel
con el mínimo esfuerzo de desearlo,
puedo anclarme a tu boca
con solo imaginarlo.

Estoy desorbitado,
recorro las fronteras
del miedo y la locura,

estoy desesperado, nena,
porque hoy no es ayer
y mañana es un verbo
que conjuga inconstante.

¿Será que me creció el amor?
¿Será que esta profunda herida de no verte
me corroe los huesos?
¿Será que no soporto vagar por la memoria?

Ya sé.
No me hagas caso.

Debe ser que la piel
se desmaya de ausencia,
debe ser que estas manos
se desangran inútiles
cuando no te acarician,
será que las palabras
que hoy me salen del alma,
no alcanzan a decirte
lo que quiero decirte.

sábado, octubre 12, 2002

¿Cómo hago para no pensarte?
(Baladita en Sol brillando)

Ando por acá
yendo y viniendo,
navegando entre objetos
impregnados de recuerdos,
cosas de todos los días,
texturas que antes
resultaban comunes, casi indiferentes,
ahora te dibujan
con trazos de colores fuertes.

¿Cómo hago?
¿Cómo hago para no pensarte?
Si todo alrededor suena a tu risa,
si la silla en que me siento
guarda el calor persistente de tu cuerpo.
Si la cama que debiera estar vacía
está ardiendo aún con tu presencia.

¿Cómo hago?
¿Cómo hago para escribir de otras cuestiones?
Si hasta estas teclas que antes eran mías
ahora me gritan que hable de vos
y me transmiten
el roce acariciante de tus dedos.

¿Cómo hago, nena, cómo hago?
¿Cómo hago para sacarte un instante de mi mente?
Si todo alrededor está cantando
la canción melodiosa de tu nombre.
Estás revoloteando muy cerca de mi piel,
estás en mis sentidos y también en el aire,
estás en los rumores que llegan de la calle,
en lo que imagino, también en lo palpable,
abarcás mi planeta, mi cielo, mis estrellas,
y estás tan dentro mío que no puedo sacarte.

Mejor no digas nada,
ya sé que es imposible.

Mejor quedate acá,
acariciame el alma.

viernes, octubre 11, 2002

Redial
(ta, ti, ti, te, to, tu, ti, ti)

Los teléfonos guardan memoria
de lo necesario.

Y las voces enloquecen
de susurros inciertos.

Soy yo, atendé.
Me derrito ante el sonido largo
que significa algo que no entiendo.

Soy yo, estoy deseando.
Estoy justo en el límite
de abstinencia de tu voz.

No me hago responsable.

Nadie sabe las consecuencias
de comerse un teléfono.

jueves, octubre 10, 2002

Te amo desde y en todas las direcciones
(Rock&Roll desmaltizado - Mi La Si7)

Las gentes
hablaban de ir y venir,
no sabían nada.

yo te amo desde y en todas las direcciones.

porque no hay brújulas capaces
de mantener la calma,

magnetismo esquizofrénico
que derriba carteles,
huellas en la arena del tiempo,

horas que pasan como
elefantes de duelo.

miro por las ventanas del futuro
y te sigo amando,

amarte no es una consigna
amarte es la vida
y es la risa
que se escapa
por abajo de la puerta
a despertar incertidumbres.

Vení,
la lluvia se desploma,
trae noticias de nosotros,
dice que una vez lloramos
y ya no nos conoce.

Dame la mano,
crucemos el agua caminando por el fuego,
dame tu boca,
te muerdo los labios hasta encontrar la sangre,
dame tu cuerpo,
me inmiscuyo en tus poros
a saborear el aire,
la pasión y el deseo.

Somos descubridores
de una nueva manera:

nos amamos desde y en todas
las direcciones.

miércoles, octubre 09, 2002

Construyendo un puente indestructible
(Canción imprescindible para días insoportables)

Sabía de soles que no cantan,
amaneceres con niebla entre los ojos.
Caminos perdidos sin señales ciertas,
donde cada curva inevitablemente
regresaba al mismo punto.

Sabía de sensaciones agrias,
monstruos insaciables devorando las entrañas.
Miradas de alquitrán entorpeciendo la luz,
mostrando el inquietante sendero
que conduce al infierno.

Y sabía de un río de aguas negras
donde los demonios venían a desovar,
donde las esperanzas se ahogaban
sin pedir auxilio.

No pensaba en el río,
pensaba en la otra orilla.
Presentía, deseaba.
Necesitaba cruzar esas malditas aguas
aún cuando nada ni nadie
pudiera asegurarme lo que había
en el otro lado.

Entonces te encontré.
Estabas sentada en el borde
de una playa de arenas movedizas.
Tal vez llorabas, tal vez soñabas, pero nunca reías.
Igual que yo, mirando hacia la otra orilla.

Nuestros ojos se encontraron
en una mirada temblorosa,
sensación extraña y desconocida
mezcla de frío, de miedo y de deseo.
Nos dimos valor
con unas simples palabras que destrozaron el silencio.
Y bastó un pequeño gesto,
una afirmación que se adhirió a nuestras pieles
para que casi sin notarlo,
comenzáramos juntos a construir el puente.

Vencimos los temores iniciales,
nuestros pies vacilantes se hundieron en el barro,
pero una fuerza oculta y poderosa
nos permitió seguir caminando.
Estar juntos era la alegría,
el material con el que el puente
iba creciendo.

Allá abajo, nadando en las oscuras aguas
los demonios hambrientos acechaban,
sus mandíbulas crujientes presagiaban
calamidades y sufrimientos.
Pero nosotros ya conocíamos la risa
y nos reímos con ganas,
aprendimos que la risa destruye las maldades,
descubrimos que el simple hecho
de permitirnos ser felices
nos protegía del dolor,
nos aleja de las desesperanzas
y nos proporciona más material
para continuar con nuestro puente.

Así estamos ahora,
en algún lugar impreciso,
ya no es importante llegar a la otra orilla,
estamos aquí, construyendo el puente
con risas y caricias,
con besos y más risas,
gambeteando madrugadas
extendiendo despedidas
palpitando regresos,
exprimiendo las horas,
más caricias y besos,
juntos bajo el sol,
juntos en la tormenta,
juntos en la memoria,
juntos en el encuentro,
juntos haciendo un puente,

un puente indestructible
que tal vez no nos lleve
a destinos posibles,

estamos en la vida
riendo de la muerte.

martes, octubre 08, 2002

Mariposas efervescentes
...la una y las dos y las tres... (JS)

Dejarte sola
sería abandonarme
y desaparecer,
romper el milagro de existir
más allá de unas letras
mal paridas.

Dejarte sola
sería renunciar
a la sangre que palpita,
volver a ser
una sombra sin sentido,
una huella invisible
de lo que nunca fui
de lo que no soñé
y de lo que nunca vi.

Dejarte sola, amor,
sería igual que después de conocernos
hubiéramos claudicado ante el temor,
ante las dudas,
dejándonos morir sin haber nacido.

lunes, octubre 07, 2002

Conjugaciones recurrentes
(Balada propiciatoria de lo inevitable)


Detengo el corazón
en un latido cualquiera,
por un instante,
lo envuelvo para atesorar
su calor,
y después lo dejo volar
quién sabe adónde.

Poso la mirada
sobre un recuerdo huérfano,
le tiendo la mano
para llevarlo a un lugar
donde sus hermanos juegan
a olvidar tristezas.

Desvarío letras
tratando de recomponer
un poema que se escapa
de mis labios,

soy recurrente, pienso,
demasiado recurrente y no me importa.

Porque esta absurda soledad
que precede a la dicha de encontrarte
me genera demasiados latidos y palabras,
sensaciones simétricas,
ansias fosforecentes.

Será que cada viernes llega
con su carreta atiborrada de
sorpresas y magias,
para calmar tanta sed
y tanta hambre,
será la calidez del almanaque,
su cuadrado inaudito
que encierra mucho más que números abstractos,

será tu voz deslizándose en susurros
confirmando la fiesta del encuentro.

Es, a todas luces,
lo único real y necesario.

sábado, octubre 05, 2002

Madrugada con dulce de leche
(Sonata desgarbada, pero no tanto como entonces)


Surco la noche
con los ojos cansados
de esquivar abismos
donde no quise caer
porque los abismos
encierran monstruos hambrientos
con olor a recuerdos viejos,

y ya no puedo volver
ni seguir yendo

la noche se estira un poco más allá
de lo que puedo percibir,
hay un hueco en la oscuridad,
algo que brilla,
son tus nombres

son tres, cuatro, seis letras,
melodía indivisible,
sonrisa que me araña la cara,
me sangra de recuerdos.

¡Ah! ¡Cuánto te extraño!
Estás ahí,
tal vez dormida,
susurrando,
esperando una pequeña palabra
que no logró llegar a tiempo.

Ahora la noche es una casita pequeña
con una sola puerta,
y una ventana que separa la luz
de las tinieblas,
¿estás durmiendo?
yo no puedo hacerlo,
tengo sed
y tengo hambre

nada puedo hacer para calmarme

cerrar los ojos
es un ejercicio insoslayable,
se apagan las luces
y el proyector comienza
su aletargada vibración
que desovilla más y más recuerdos,
recuerdos que desatan ansias, ganas,
estás mirándome
desde una pantalla tan grande como el tiempo,

mirame, sonreíme, deseame, dame besos,
mordeme el corazón,
retorceme las orejas,
lameme, deshojame, ansiame,
levitame,
estoy desnudo viendo la película
que vamos a filmar para nosotros
cuando la madrugada se parta en mil pedazos
desiguales,
para mirarte, sonreirte, desearte, darte besos,
morderte el corazón,
retorcerte las orejas,
lamerte, deshojarte, ansiarte,
levitarte,
estás desnuda, actuando en la película
que vamos a filmar para nosotros

cuando la madrugada se rompa en mil pedazos
y las horas se arrodillen implorando clemencia.

Es tonto delirar en estas horas
es tonto delirar a cualquier hora,
pero es necesario,
porque la sed y el hambre
se acomodan
a los sueños
y no hay galletitas sueltas
ni paquetes
ni ramitos de fresias,
no hay un lugar prefijado
ni un momento,
hay tres, cuatro, seis letras
flotando en los recovecos de mi mente,
te nombro,
como se nombra lo deseado,
me muerdo los labios
sin poder dormir,
me quedo así, mirando la película
que vamos a filmar,
me quedo ensimismado en lo que ya conozco
y en lo que voy a descubrir,
en lo que ya presiento,
¿viste?
te estoy hablando
en esta madrugada
donde dormir es una utopía demadiado insalvable.

Cierro los ojos,
quiero verte.

Estiro las manos con ansiedad
como para acariciarte,
como para llenar ese hueco de distancia
que no logra separarnos.

¿Dormís?
No importa.
Luca está cantando
y yo estoy despierto, extrañándote.

viernes, octubre 04, 2002

No me gusta que tengas pesadillas
(Blues en no sostenido)


No me gusta que tengas pesadillas
¿cómo puedo luchar contra lo que no existe?

Meterme en tu cabeza a empujones de amor
parece que no alcanza,
si no puedo evitar
que en esos sueños negros
te ataquen los fantasmas.

Rondar en el recuerdo con caricias y besos
parece que no alcanza,
¿acaso la respuesta surge
de lo no preguntado?

¿Será que lo imposible tiene fuerzas ocultas
que nunca vislumbramos?

No te duermas ahora,
quedate un rato más
simplemente escuchando,

voy a decir: te amo
cada medio segundo,
voy a hacer que mi voz
construya muros,
un castillo inviolable
donde los malos sueños
no puedan encontrarte.

Y si eso no alcanza,
cortaré las cadenas
de esta puta prisión
en la que estoy encerrado,
llegaré hasta tu cama
te colmaré de amor
—hasta que estés cansada—
te besaré los ojos
y dormiré a tu lado.

jueves, octubre 03, 2002

A veces no comprendo
(Canción pequeña y húmeda para tardes ídem)

Mientras la tarde se deshace
en lluvia,
mientras algunas mentes
dilucidan misterios
y otras se empeñan
en inventar nuevas formas
de provocar dolor: te extraño.

Es como un eco que vibra
en mi cabeza,
un sabor alado
que revolotea
hacíendome cerrar los ojos,

hay tanto de tu cuerpo
en mi memoria,
tanto de tu calor,
de tu mirada,
de tus besos,
que no alcanzo a comprender
como puedo estar aquí
tan quieto
borroneando versos.

miércoles, octubre 02, 2002

El dolor ya no afila sus cuchillos en mi espalda
(Cantata de los nuevos puentes que sigo descubriendo)


Solía romper vidrios
en los desayunos desolados y en silencio,
solía flagelarme con pesadillas
que duraban hasta la noche siguiente.

Acostumbraba pintar de gris
las cosas cotidianas,
destrozaba las horas
-las quemaba-
con el fuego lento y mortal de las sustancias.

Solía acrecentar los sufrimientos
con esa carga insana de dolores viejos.
Me clavaba puñales en los dedos
para sangrar la huella y no perderme
en ese camino tempestuoso de sufrir
y de pensar que nada era misterio.

Me empapaba de alcohol
por afuera y por adentro,
renegaba del sol
y de ciertos pensamientos

me tiraba en las calles a que me pisotearan,
para que el mundo entero ya me diera por muerto.

Estaba desnucado, descerebrado y frio
como un muñeco roto, monigote deshecho
sin fe y sin alimento.

En eso estaba yo como todos los días,
masticando el destino, desechando los sueños.

Apareciste vos
con letras en los ojos
te instalaste en mi mente,
me alimentaste el alma
con gestos pequeñitos
como para que el miedo
no te tuviera en cuenta,
poco a poco cambiaste
los grises por colores que yo no conocía
sin hablar me dijiste que todo era posible.

Entonces deseché las viejas pesadillas
me desperté en la vida
y cuando abrí los ojos
estabas esperándome.

Ahora siento el sol, disfruto los momentos,
me alucino de amor y de reconocerlo.
Y no cuestiono nada,
simplemente me dejo
llevar por el instinto
por las ganas que tengo
de tenerte en mis brazos,
decirte lo que siento.

martes, octubre 01, 2002

Como sueños que bajan de las nubes
(Canción melancólica para piano y orquesta)


Un concierto insistente
de gotas cayendo
baja de las nubes.

La lluvia es un castigo a veces
y es una bendición en otras ocasiones;
a la lluvia es imposible colocarle etiquetas.

Sólo sé que ahora,
-en momentos azarosos de la historia de mis días-
la lluvia se despliega sobre mi cabeza
me empapa las ideas
me transporta a momentos que creí perdidos.

Se van formando charcos en las veredas viejas,
espejitos voraces de imágenes cautivas
explotan diminutas las formas en el agua
y al instante dibujan una nueva estructura.

El cielo está cantando su canción más querida,
la lluvia el instrumento,
el mundo el escenario,
el amor hace coros,
vos y yo disfrutando
la canción es la vida.