miércoles, enero 29, 2003

Es el momento
(Canción de amor para días pesados)

Es el momento exacto,
los astros se retuercen en su ámbito
y las ciudades se arrodillan de sorpresa.

Es el momento justo,
ya no quedan sentimientos inconclusos
y las pasiones convierten las dudas en certezas.

Es el momento preciso,
las nubes bajan a despeinar los bosques
y los lagos y ríos cantan con voz de agua.

Es el momento ideal,
el mundo envejece lentamente
y el deseo crece sin pensar en cuestiones viejas.

Es el momento insoslayable,
porque vos y yo estamos inmersos en nosotros
y no hay lugar ni tiempo para otras cosas.

martes, enero 21, 2003

Sobraban las palabras
Sinfonía para sábados sin planes previos

Estabas destilando esperas
metida en el delirio de casi las catorce,
con una sonrisa reflejada
en el cristal de un vaso consumido
por las ansias.

Estabas irradiando ganas,
sentadita en el aire,
casi como soñando.

Te miré un rato largo,
estudié tus facciones,
memoricé el sabor
de tus labios besando,
me metí en tu cabeza
para encontrarme vivo
entre tus pensamientos.

Te miré un rato largo,
después me acerqué
borracho de alegría,
y me vi reflejado
en el mar tempestuoso
de tus ojos brillantes.

Y no pude decirte
las cosas que pensaba,
es que al tenerte ahí
tan cerca de mis manos,
me dediqué a amarte,

sobraban las palabras.

sábado, enero 11, 2003

La magia sigue fluyendo
(Concierto para cuatro meses inolvidables)

¿Casualidad?
Pero era viernes,
el mismo balcón y nuevas risas,
las mismas manos ocupadas
en destejer nuevos misterios.

¿Viste amor?
El tiempo detenido
en el eco de un beso,
el tiempo derrotado
en un gemido lento,

el tiempo, el mismo tiempo
al que tanto temimos,
cuando éramos pichones
de este amor increible.

¿Dónde quedó el miedo,
dónde la incertudumbre?
Si aún derrito mis dedos
en el volcán de tu cuerpo,
si aún invento palabras,
traducciones inciertas
de nuevos sentimientos.

Es como ni soñamos,
esto es mejor que un sueño,
la alegría infinita de enredar nuestros cuerpos,
abrazarnos, mordernos,
besarnos y fundirnos,
terminar casi muertos,
y renacer de pronto
vibrando en el placer
de dar y recibir
todo (y más) de nosotros.

Estamos del tomate,
hasta las manos siempre,
el tiempo ya no existe,
la magia continúa
y seguirá fluyendo.

miércoles, enero 08, 2003

No se trata de ninguna otra cosa
(Concertino para heladeras tristes)

Decías palabras de agua
escurriendo pensamientos,
las sombras jugueteaban
colgando de ventanas viejas.
Buenos Aires dormitaba de recuerdos.
La Plaza de Mayo soportaba otra vez
las botas del silencio
y a mi figura solitaria
le faltaban tus besos.

La ciudad era un collage
brutal de sentimientos.
Su pesadez de grises,
sus apuros inciertos,
su cadencia de tangos,
su nostalgia prendida
en esquinas voraces.

Y yo en la vorágine,
colgado de un teléfono
haciendo malabares
para escaparle al tiempo
te vislumbré riendo
dibujando mil sueños,
pintando salamandras
inventando otras letras.

Y fui casi feliz,
a pesar del paisaje.
Pero algo me pesaba,
no sé si era la ausencia
o no ser quien debiera,
no sé si era la hora, el día o la promesa,
o tal vez sólo era
que a mi piel solitaria
le faltaban tus besos.