jueves, octubre 31, 2002

A las tres de la mañana
(Balada bostezada en La mayor)

El cielo se descuelga
de las nubes
y me aplasta
con sus dedos transparentes.

Soy mi sombra
pataleando en la penumbra,
soy un fanstasma
que no duerme de soñarte.
Soy la patética ilusión
en calzoncillos,
soy dos ojos doloridos
de extrañarte.

Las horas me taladran
los sentidos,
el reloj es una ola congelada
y las tres de la mañana
es una isla,
donde atracan
los piratas indecentes.

No hay murmullos,
no hay rumores
ni sonidos,
ya las lenguas cansadas
se plegaron,
las ventanas cerradas acarician
las cabecitas
de los que están durmiendo.

Y yo paseo
por la calle de la noche,
busco señales
perdidas en el viento,
busco horizontes
donde atrapar el sueño,
busco tu almohada
para calmar el hambre,
busco el silencio
para envolver las ansias.

Ya ves,
la estupidez me asalta a plazo fijo,
los cheques me rebotan los bolsillos,
los dedos se cuartean de extrañarte
y la sangre me hierve en el desvelo
mientras el mundo descansa indiferente.

¿Dónde estás nena mía, estás durmiendo?
¿No te llega mi grito entre las sábanas?
Abrí un poquito los ojos y mirame,
despellejame la locura con un beso.

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