lunes, octubre 07, 2002

Conjugaciones recurrentes
(Balada propiciatoria de lo inevitable)


Detengo el corazón
en un latido cualquiera,
por un instante,
lo envuelvo para atesorar
su calor,
y después lo dejo volar
quién sabe adónde.

Poso la mirada
sobre un recuerdo huérfano,
le tiendo la mano
para llevarlo a un lugar
donde sus hermanos juegan
a olvidar tristezas.

Desvarío letras
tratando de recomponer
un poema que se escapa
de mis labios,

soy recurrente, pienso,
demasiado recurrente y no me importa.

Porque esta absurda soledad
que precede a la dicha de encontrarte
me genera demasiados latidos y palabras,
sensaciones simétricas,
ansias fosforecentes.

Será que cada viernes llega
con su carreta atiborrada de
sorpresas y magias,
para calmar tanta sed
y tanta hambre,
será la calidez del almanaque,
su cuadrado inaudito
que encierra mucho más que números abstractos,

será tu voz deslizándose en susurros
confirmando la fiesta del encuentro.

Es, a todas luces,
lo único real y necesario.

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