jueves, septiembre 25, 2003

Confesión de Primavera
o sinécdoque de una cuestión que va
más allá de burdas pretensiones aletargadas



un despertar acuoso
equidistante y asimétrico

los ojos pegados a la pesadilla
de las manos vacías
y un espejo devolviendo
fotos y películas
(imágenes del ser cuando está siendo)
en lugar de los rostros transfigurados
por la espera

cinco letras galopan
hacia el horizonte de los labios

—la amo —me dije—
y descolgué ciertas abstracciones
que pendulaban en la orilla
de los sueños

y la vi flotar ante mis ojos
su sonrisa de noches afiebradas
su pecho agitado atizando el aire
su boca presintiendo el beso infatigable
su cuerpo hambriento de mi cuerpo
tendiendo cuerdas por donde el equilibrio
es un alarde

emergiendo del remolino
yo estaba allí
para decirle
(aún con la torpe sinergia del silencio)
—te amo nena, te amo con todo esto que estás viendo

y ella absorbió la sensación
se comió cuerpo y alma con suspiros
que cerraban las puertas del infierno

cinco letras
y un tiempo que se estira
mucho más allá de lo que son
las primaveras.

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