jueves, septiembre 25, 2003

Confesión de Primavera
o sinécdoque de una cuestión que va
más allá de burdas pretensiones aletargadas



un despertar acuoso
equidistante y asimétrico

los ojos pegados a la pesadilla
de las manos vacías
y un espejo devolviendo
fotos y películas
(imágenes del ser cuando está siendo)
en lugar de los rostros transfigurados
por la espera

cinco letras galopan
hacia el horizonte de los labios

—la amo —me dije—
y descolgué ciertas abstracciones
que pendulaban en la orilla
de los sueños

y la vi flotar ante mis ojos
su sonrisa de noches afiebradas
su pecho agitado atizando el aire
su boca presintiendo el beso infatigable
su cuerpo hambriento de mi cuerpo
tendiendo cuerdas por donde el equilibrio
es un alarde

emergiendo del remolino
yo estaba allí
para decirle
(aún con la torpe sinergia del silencio)
—te amo nena, te amo con todo esto que estás viendo

y ella absorbió la sensación
se comió cuerpo y alma con suspiros
que cerraban las puertas del infierno

cinco letras
y un tiempo que se estira
mucho más allá de lo que son
las primaveras.

miércoles, septiembre 10, 2003

Demasiado, mucho y todo
a nosotros, cuando la realidad está de nuestro lado

Pintados de nosotros
los dos solos
con el color del aire
encendiendo las pasiones
y sin poder creer
que a veces es posible
vestir de realidad las ilusiones

la noche alrededor
la música sonando
la luz que se hace tenue
no quiere iluminar
más de lo que se siente

los dos acurrucados
la atmósfera propicia
jugando a que la vida
es una calesita de vueltas sin retorno
y a veces nos sonríe
se deja masticar por nuestra hambre

y nada es demasiado y todo es poco
las mordidas los besos las caricias
son parte de la historia que escribimos
envueltos en la bruma de la carne
perdidos en la niebla del deseo
en la locura irreal que nos invade
cuando las pieles y las almas
se incendian al unísono

después
en la calma que precede otras tormentas
nos quedamos a charlar con la memoria
y vemos la película de tiempos
vividos en el borde de la gloria

lunes, septiembre 01, 2003

Doble Turno
a Ella cuando no tenemos límites

El tiempo
agua que la tierra absorbe ávidamente
autómata invisible
que azota a los amantes

el tiempo
carcelero vigía inaguantable
verdugo silencioso
que azota a los amantes

¿el tiempo?
fantoche derrotado
sus barrotes de agujas
sus hachas y puñales
hundidos en el fango
sus leyes pisoteadas
sus gritos desoídos
sus amenazas muertas
su pálida figura
huyendo de la escena
en el preciso instante
que perdimos el miedo
y dejamos que triunfen
las ganas de tenernos